lunes, 10 de agosto de 2015



Segunda
parte











Las semanas fueron pasando y cada vez me era más fácil sobrellevar lo que me había pasado, si claro que seguía sin entender por qué a mi. Es algo que no puedo entender ya que, nunca he tenido nada especial mi vida, ha sido solo mía mejor o peor y nunca le he hecho nada malo a nadie. El dolor había cesado aunque sabía que era un simple paréntesis, en unos días llegaría el momento de mi primera transformación, la primera de muchas en lo que ahora era mi vida.
Aquel mismo día me presentó a toda la familia, o así es como Kadem los llamó. Aunque la tensión en un primer momento fue palpable, todos ellos se han portado genial conmigo aunque aun no he conseguido abrirme a ellos, no es fácil, mucho menos cuando tienes un pasado lleno de desconfianza y soledad como el mío, y aun así hacen lo posible por que yo me encuentre bien y a gusto con ellos.
Estoy segura de que los saco de sus casillas en más de una ocasión pero están teniendo mucha paciencia al igual que con los entrenamientos. Todos ellos me ayudan cada día y me entrenan no solo para que sepa defenderme ya que, aunque no me han contado mucho, tras ellos, sus entrenamientos y todo lo que los rodea hay algo que se me escapa.
Me dirigí a la sala de entreno pues me tocaba a primera hora, lo que no tenía muy claro era a quien le tocaba el turno de aguantarme. ¿Qué se esperaba? Yo me había criado entre algodones aunque siempre estuviera sola.
Los recuerdos habían decidido asaltarme, todo se repetía en mi mente mezclando pasado y presente, no podía dejar que eso pasara o me sentiría superada y no serviría para nada. Kadem me había dejado las cosas muy claras ese primer día, no podía dejar que las emociones me superaran, pero no estaba siendo fácil, las emociones y sentimientos me abordaban con una fuerza brutal como si una bola de demolición se lanzara directa a mi corazón con cada latido de este. Abrí la puerta corredera y entré con los ojos clavados en el suelo y resoplando.
Veo que me han mentido —alcé los ojos directos a esa voz que llevaba semanas sin escuchar, todo mi cuerpo se aceleró y noté una vez más ese volcán explotando en mi interior esa no es la mejor actitud para un entrenamiento.
¡Tú! —no sabía que estaba enfadada con él hasta que lo tuve enfrente.
¿Tanto te sorprende?
No, claro que no.
Me sentí expuesta, las piernas me comenzaron a temblar y me iba mosqueando por momentos. Sus palabras hablando ese día de lo importante que era la familia, que tenía que hacer un esfuerzo por integrarme ya que, de esa manera superaría mejor el proceso de la transformación me golpearon directo al pecho. Tras ese día desapareció, no volví a verlo y eso me torturaba, seguía haciéndolo.
Me aseguró que él estaría a mi lado, que no me dejaría sola y desapareció.
Mientes. Una sonrisa de superioridad cruzó sus labios y yo me pasé la lengua por los míos resecos Ya te olvidaste que puedo leerte.
No lo he olvidado cada vez me sentía más furiosa —¡Deja de meterte en mi mente! No estaría de más un poco de respeto e intimidad.
Pides demasiado.
Por lo visto se había propuesto sacarme de mis casillas, y las piernas no dejaban de temblarme.
¿En serio? di unos pasos hacia él intentando que no se notara lo nerviosa que estaba, intentando bloquear mi mente como me habían intentado enseñar estas semanas No lo veo una petición tan descabellada, no me conoces de nada, no tienes derecho alguno a invadir mi mente sin mi consentimiento.
No entiendo por que te pones de esa manera ahora fue él quien se acercó a mi, estábamos demasiado cerca, peligrosamente cerca todos se meten en tu mente y no te quejas, eres una buena alumna con ganas de aprender e integrarte según sus palabras, ¿y a mi me lo prohibes?
Ellos se han encargado de entrenarme, lo han hecho con un motivo.
Lo mismo que yo.
No, —volví a humedecerme los labios con los ojos fijos en los suyos notando como mi cuerpo se encendía y mi ropa interior se humedecía —tu no has estado para nada este tiempo y ahora...
¿Ahora te toca aguantarme? —Intenté apartarme de él —que no haya estado aquí todos los días no quiere decir que no haya estado pendiente, lo has hecho genial Arisa me siento muy orgulloso.
Mi corazón dio un vuelco, no entendía por que había necesitado esas palabras. Había estado pendiente de mi pero aun así me había dejado sola y eso me dolía. No sé por qué pero lo había extrañado y necesitado.
Entonces, me vas a entrenar hoy no fue una pregunta, me sonrió y volvió a salvar la distancia que yo había impuesto entre nuestros cuerpos —¿Qué me vas a enseñar?
Hoy quiero que te lo tomes con calma, no dejas de darle vueltas a la transformación y necesitas relajarte.
Si claro y con él a mi lado iba a lograrlo, sonreí, yo no era consciente pero él tampoco de lo nerviosa que me ponía estar cerca de su cuerpo musculado, de las ganas que me abrasaban por tocarlo y sentirlo desde el mismo día que lo conocí.
Yo misma me había sorprendido deseando que hubiera sido él quien me mordiera. En una de mis clases teóricas me contaron que cuando te muerden se crea un vinculo entre creador y creado pero eso no me estaba pasando a mi. No tenía la necesidad de estar cerca de mi creador, ni siquiera pensaba en él, no sentía ni odio ni rencor, algo que sorprendió a todos pero que para mi me fue indiferente. Sé que tendría que odiarlo pero no sentía nada hacia ese ser.
Lo que más me fastidiaba es que él se estaba dando cuenta de todo y estaba haciendo un esfuerzo para que no se le notara, que no fuera tan evidente y no lo estaba logrando. Mis mejillas se encendieron a la vez que el fuego volvía a arrasar, destrozando mi cuerpo y dando paso a imágenes de él invadiendo no solo mi espacio, también mi cuerpo, cubriéndolo y acariciándolo con sus grandes manos.
No, no puedo seguir imaginando esas cosas con un hombre que ha huido de mi todo este tiempo —pensé apartándome con brusquedad perdiendo el equilibrio.
Sus manos me agarraron por el brazo pegándome a su cuerpo caliente y un gemido escapó de mis labios involuntariamente.
Si sigues por ese camino... su voz sensual se oscureció y sus ojos brillaron con el dorado más hermoso que nunca había visto.
Necesitare una ducha fría —rompió a reír, una risa increíble que llegó a mi corazón —¿me lo vas a negar?
Conozco un método mucho más efectivo —asentí como una boba, ¿pero qué me pasaba con este hombre? ¿por qué actuaba de esa manera con él?
Si claro, no me extraña siempre es lo mismo.
Volví a separarme de su cuerpo, tenía que recuperar mi espacio vital y pensar en frío, no puedo dejar que me invada de esa manera, no soy nada para él, solo un error que tiene que subsanar y controlar. Lo miré esperando que reaccionara e hiciera algo, se suponía que tenía que relajarme, pasar un buen día pero sabía que para eso Kadem había tramado algo, así que aspiré e inspiré hondo a la espera de que fuera el quien moviera pieza de una vez.
Salimos de allí y con él unos pasos por delante me guió por un terreno escarpado y elevado. No podía dejar de mirar a mi alrededor disfrutando del paisaje, del precioso bosque por el que me llevaba, la fusión entre el verde llamativo y el marrón apagado era perfecta. Con cada respiración mis pulmones se llenaban del aire más puro que nunca había respirado. Una de mis aficiones era el senderismo, era algo que me había podido permitir siempre ya que, me hacía sentir libre, sin nadie que me presionara, que intentara controlar mi vida.
Sin darme cuenta y prendada de todo lo que me rodeaba me topé con su espalda, se había parado y yo no me había dado cuenta, fue cuando fui consciente de que podíar hasta el más leve rumor de vida, los pájaros, todo tipo de insectos pero en ningún momento sus pasos. Me aparté unos centímetros pendiente de lo que hacía intentando captar sus pensamientos o sentimientos como él podía hacer conmigo. El resto de ellos podían meterse en mi mente, captaban algunos de mis pensamientos pero a un nivel más leve.
Me di cuenta de inmediato, con él todo era más intenso, pensé que debía de ser por que él era el macho alfa, Kadem no solo mandaba sobre ellos, los cuidaba y protegía.
¿En que piensas? —se giró hacia mi, la intensidad de su mirada hizo estremecer mi cuerpo, las piernas me temblaron.
En lo bonito que es todo esto levantó una ceja, no me creía —no conocía este lugar.
Este sitio esta muy apartado de lo que conoces me tendió la mano para que lo acompañara, sonreí tímida colocando la mía sobre la suya vengo aquí muy a menudo. ¿Lo oyes?
Preste atención, en un principio oí más de lo mismo, la vida que nos rodeaba pero centrándome un poco más comencé a escuchar el leve rumor de una cascada que se fusionaba con el latido de un corazón, su corazón.
Todo estaba en una increíble sincronía, todo mi cuerpo comenzaba a relajarse y unirse a lo que me rodeaba. Lo miré una vez más y por instinto me mordí el labio inferior, por mucho que lo intentara su presencia activaba mi cuerpo, la humedad me invadió una vez más y vi como frenaba y respiraba hondo sin mirarme, volví a ponerme colorada.
Yo...
Se supone que esto lo hacemos para que te relajes, que dejes esa tensión que te acompaña de lado y puedas resolver cualquier duda paramos frente a un precioso lago y giró su cuerpo para encararme sin soltar mi mano en ningún momento contestaré todas tus preguntas.
Pero solo había dos preguntas que me acosaban desde que lo conocí esa noche en la que me atacaron y cambiaron mi vida; dos preguntas que no estaba preparada para hacer. Tenía miedo a las respuestas que pudiera darme si es que podía hacerlo. Nunca había sido una mujer valiente, mi vida la habían manejado terceras personas y yo simplemente había hecho lo que se separaba de mi.
Estaba claro que me había comportado como alguien sumiso y bien he sabido siempre por que, solo he tenido miedo a revelarme a mostrarme tal cual soy, el problema inmediato es que ahora que estoy lejos de ese mundo que me tenía encadenada, ahora que podría ser yo misma me he perdido a mi misma y no consigo encontrarme.
Claro que tengo preguntas —separé mi mano de la suya y un frío que llegaba a hacerme daño me invadió —dos concretamente.
Se sentó sobre el tronco de una enorme encina de aspecto centenario, es de tallo doble y la suelen llamar las gemelas. Esta daba sombra cubriendo parte del lago que era el pie de una preciosa cascada cubierta por un precioso arco iris, la imagen más hermosa que había visto nunca. Todo lo que nos rodeaba era increíble y podía notar como Kadem me miraba atento a mis reacciones.
Pregúntame lo que sea Arisa, no te cortes.
No es tan fácil Kadem —un escalofrío recorrió su cuerpo y cerró los ojos cuando su nombre salió de mis labios —no sé si quiero escuchar la respuesta.
Estaba siendo una cobarde, lo sé, pero era superior a mi, aun no estaba preparada y él lo notaba pendiente como estaba de mi y mis reacciones.
Sé que no es nada fácil pero eres fuerte, solo necesitas confiar más en ti.
¿Eso es lo que te han contado? —me levanté de golpe. ¿Por qué me molestaba tanto lo que me decía? —Lo ves muy sencillo, no me conoces, ni sabes nada de como era mi vida antes de que pasara esto.
No sé nada por que no te abres, te pedí que confiaras pero te encierras en ti misma.
No has estado en estas semanas mi tono se endureció y alcés la voz ¿Cómo pretendes que confíe si te has alejado de mi?, me has dejado sola.
¿Así es como lo ves? —se levantó pasando sus manos por mis brazos, una vez más ese fuego devoró mi cuerpo que comenzó a temblar de necesidad y rabia he estado cerca todo el tiempo pero tú no has querido verlo.
¿Por qué a mi? Un solo mordisco y mi vida entera esta patas arriba.
Lo estas viendo como un final levantó mi mentón enganchando sus ojos a los míos que escocían de retener unas lágrimas que querían derramarse por la impotencia y no es así, es un comienzo, una vida donde puedes ser tu misma.
¿Y quién soy? —al final, las lágrimas cayeron rebeldes por mucho que intenté retenerlas ni yo misma lo sé.
Me cubrió con sus enormes y fuertes brazos intentando protegerme del dolor que sentía, de todo lo que me estaba haciendo daño y que había estado reteniendo en el fondo de mi ser. Una vez más me había comportado como creía que era lo debido, como se suponía que esperaban de mi.
Una vez más había sido la chica servicial obediente y sumisa que me habían enseñado a ser durante mis veintisiete años.
Eres una mujer fuerte increíblemente sensible y bonita que se siente perdida —alcé mis ojos sin apartarme del calor de su pecho y me sonrió —solo necesitas derribar esas corazas que tu misma has levantado para protegerte de todos los que te han herido durante este tiempo. Te has ganado el cariño de todos en muy pocas semanas y siento mucho haberme alejado de ti, sé que he roto mi promesa y que te he hecho daño, no era mi intención y espero que puedas perdonarme. Si así lo quieres no volveré a alejarme de ti pero prométeme que vas a intentarlo, que vas a dejarte llevar y abrirte a los demás.
Bajé los párpados y dejé que cada una de sus palabras calara en mi interior, llenándome de calor y fuerzas para lograr lo que me estaba pidiendo. No era nada tan descabellado ni tenía por que ser tan difícil como me lo parecía en ese momento.
¿Cómo?
Solo tienes que confiar y dejarte llevar.
Alcé mi rostro para mirarlo y sin previo aviso, cubrió sus labios con los míos arrasando con urgencia y ternura a la vez, exigiendo y poseyendo sin ser agresivo. Cerré los ojos me dejé llevar.

2 comentarios:

  1. Me encanta, May. Un saludo!!! Esperando leer más bss

    ResponderEliminar
  2. Ay ¡ay! Hasta yo he sentido el fuego que consumía a Arisa jajaja. Eso sí, casi me haces llorar cuando ella lo hizo, joder... Que pena me ha dado leer esa parte. Y ese final... Ains, lo siento pero tendré que continuar por la mañana xD.

    Un placer haber empezado a leerte con este relato *-*

    Saludos <3

    ResponderEliminar

Tus palabras importan